Cuando hubo la primera gran marcha indígena, que vino recorriendo el país desde la Amazonia, Borja dispuso que sea recibida en Quito con todas las facilidades para dialogar sobre sus pedidos justos y se decidió formalizar la propiedad de las tierras donde habitaban los amazónicos, sin lanzar ni una sola bomba lacrimógena. Cuando hubo marchas en Quito, lo hacían resguardadas por la policía y la resistencia actuaba oralmente en la Plaza Grande, porque era respetada por un Presidente demócrata.
Por sus convicciones democráticas, cuando el gobierno de Chile le invitó a la transmisión del mando, Borja esperó que Pinochet entregara el poder al Presidente Patricio Alywin, para luego asistir a la ceremonia. Más, el 28 de marzo de 1992, el exdictador chileno había despegado en su avión militar para visitar Quito, sorpresivamente, frente a lo cual el Presidente Borja dijo que Pinochet no era bienvenido al Ecuador, actitud congruente que enojó al ejército chileno más no al Presidente civil Patricio Aylwin.
Gradualismo y transparencia.– El equipo del gobierno de Borja llegó al poder luego de estudiar y analizar la situación del Ecuador durante 6 años, convencido del programa socialdemócrata para aplicar el eslogan político de “Justicia Social con Libertad” que abanderó el partido Izquierda Democrática. Más, se encontró con una inflación del 90%, que en 4 años de política gradual la bajó al 48%. Así mismo, aplicó el gradualismo para subir el precio de los combustibles y estableció un proceso de devaluación preanunciado y transparente para ajustar la economía sin traumas. Este programa claro y creíble contó con el apoyo de los presidentes democráticos de EE.UU., Francia, España, Portugal, Brasil, Argentina, Suecia, que ayudó para que el Ecuador pague, durante su gobierno, solo el 30% de los vencimientos de la Deuda Externa, en un contexto de certidumbre para los agentes económicos.
Para entonces no se pensaba en entregar bonos, en lugar de un programa de redistribución del ingreso, pues al aplicar un gradualismo se monitoreaba la conducción política y económica, a base de consensos mínimos y realistas, para mejorar progresivamente la condición de los más pobres de entre los pobres. Ahora la “bonomanía populista” está confundiendo como solución para la pobreza, cuando los perdedores de la historia económica del Ecuador no tienen ninguna movilidad social estructural, que signifique progresar realmente en libertad y paz.
No comments yet.