Cada jueves, Lindsay Numerahl vuelve a armar su puesto en ‘Farmers Market’, en la Salinas y 10 de Agosto, centro urbano de Cotacachi. Son 103 vendedores que volvieron tras el paro indígena.
Ella vende embutidos y carnes procesadas. Y, a su alrededor reaparecieron quesos maduros, panes artesanales, vegetales orgánicos, artesanías, leche de cabra, productos poco comunes, como bagels y donuts al estilo neoyorquino.
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En octubre, los ingresos de Lindsay cayeron un 80%. Pero no dejó que la feria desapareciera. Pagaron la renta y pese a lo difícil que les resultó sostener los gastos siguieron. Este mercadillo volvió a funcionar como punto de encuentro entre extranjeros, mestizos y kichwas. Dos meses después, Cotacachi sigue intentando levantarse: con negocios reabiertos, deudas y una apuesta común por reconstruir la confianza.
¿Por qué Cotacachi importa?Lo que vivió Cotacachi después del paro indígena de octubre es un retrato de lo que ocurre cuando una economía local, diversa pero altamente dependiente del turismo y de la movilidad nacional, se detiene. Cuando las vías se cerraron, todos quedaron expuestos.
El 80% de la actividad económica del casco urbano depende del turismo, según la Cámara de Comercio de Cotacachi. La paralización afectó a negocios formales e informales. Hubo al menos 200 talleres artesanales que cerraron, restaurantes que despidieron personal y comerciantes que operaron a puertas cerradas para no desaparecer. Pero, el golpe no terminó cuando se levantaron los bloqueos: el consumo aún es bajo, los turistas no regresaron al mismo ritmo y las deudas comenzaron a cobrarse.
Cotacachi muestra cuán frágil puede ser una economía local cuando se interrumpe el flujo turístico, pero también cómo la convivencia intercultural -kichwas, mestizos y extranjeros- es clave para resistir, dialogar y volver a empezar sin que el tejido social se rompa del todo.
Hans Joerq Sebuetter ofrece comida y bebidas de Alemania a los visitantes de la feria, los jueves. Cuatro historias de cómo sobrevivir al paro y seguir ’Sobrevivimos al paro con creatividad’Kasie Estevez, originaria de Las Vegas, Nevada, lleva 14 años vinculada a Cotacachi. No dejó de trabajar durante el paro, pero con una estrategia de supervivencia. Portones cerrados. Una puerta pequeña entreabierta. Publicidad solo en inglés.
No quería que los manifestantes supieran que estaba atendiendo. Su principal clientela: extranjeros. Los insumos escasearon. La mantequilla y la crema de leche llegaban escondidas en maletas desde Ibarra. En una breve apertura de vías, gastó mil dólares en dos horas para abastecerse. Para sostenerse apostó por comida congelada. “Fue intenso, pero salimos adelante”. Esto le enseñó a repensar su negocio, buscar soluciones y ser más creativa.
Ramiro Flores: ‘El paro no nos afectó, pero el golpe económico posterior sí’En la comunidad de Chilcapamba, Ramiro Flores vivió un escenario distinto. Su finca Niña Bonita no se paralizó porque su comunidad no se sumó al paro. Entregaba directamente leche de cabra, de vaca, queso y carne de cerdo cada mañana, entre las 7:00 y 8:30, cuando las vías estaban despejadas. Las redes sociales le permitieron coordinar pedidos. La ausencia de productos del Carchi hizo que la demanda local aumentara.
Pero el golpe llegó después. “La gente quedó golpeada económicamente; muchos perdieron el trabajo en florícolas o en construcción en Quito”.
Si antes vendía diez, ahora vendo cinco. Las ventas en la feria cayeron al 40 o 50%. “Se dice que es la feria de los gringos, pero el 70-75% de nuestros clientes son locales o turistas de ciudades cercanas, y ellos no han vuelto con la misma confianza”, lamenta.
Felipe de la Calle abrió con su hijo su restaurante Hacienda Galtén con las puertas cerradas. Sus clientes bajaron 80%. De cinco empleados pasó a tres. Durante el paro, los extranjeros que viven en Cotacachi sostuvieron el negocio. Después, algunos se fueron del país o cambiaron de ciudad. “Se sentían vulnerables, sin poder movilizarse”. Caminaba hasta Atuntaqui para conseguir productos. En el trayecto, lo amenazaron. Hoy el restaurante de comida internacional sigue funcionando.
El turismo internacional cayóEl empresario alemán Hans Joerq Sebuetter sintió el golpe desde el turismo internacional. Su restaurante y camping Finca Sommerwind recibe viajeros que recorren la Panamericana desde Alaska hasta Argentina. Durante el paro, no podían llegar hasta la laguna de Yahuarcocha y los que ya estaban aquí les resultó complejo ir a Galápagos. La ruta alternativa fue por Esmeraldas. En cuatro semanas perdió 12 mil dólares. En ‘Farmers Market’, las ventas de su comida y bebidas alemanas han bajado 30%. “Hay muchas malas noticias afuera y eso asusta a los turistas”.
Historias distintas, un mismo patrón. Cotacachi volvió a abrir. Pero lo hizo con menos clientes, ingresos reducidos y una ciudad que todavía intenta recuperar la confianza perdida.
Cotacachi tiene una economía diversa, pero vulnerableCotacachi no tiene una sola economía, tiene varias que dependen entre sí. Comercio artesanal del cuero, gastronomía, producción agrícola de las comunidades kichwas y negocios impulsados por extranjeros conviven gracias a un mismo motor: turismo y circulación de personas y mercancías.
Según la Cámara de Comercio de Cotacachi, el 95% de negocios del casco urbano se afectó por la paralización indígena. Cerca de 1 200 establecimientos -entre comercio, turismo, cuero, calzado, confección y gastronomía- quedaron expuestos a la suspensión de actividades y al corte de vías. Solo el sector del cuero y calzado, un pilar económico del cantón, reportó pérdidas diarias de entre 120 mil y 150 mil dólares.
La movilización, originada por la suspensión del subsidio al diésel, tuvo efectos locales inmediatos. La interrupción del transporte impidió el ingreso de insumos desde Quito, Otavalo, Ambato y Guayaquil y bloqueó la salida de productos terminados hacia otras ciudades y al exterior. La cadena se rompió en todos sus eslabones: producción, venta y empleo.
La caída del turismo golpeó la confianza. Muchos visitantes, sobre todo extranjeros, cancelaron viajes planificados. Hoy, los turistas nacionales regresaron pero consumen menos o no se quedan más de un día. Cuando el flujo se detiene, Cotacachi lo siente, sin distinción de origen.
Carlos Sánchez es la tercera generación de artesanos de cuero en Cotacachi. Foto: Diego Pallero ¿Cómo llegamos hasta aquí?El paro indígena no solo detuvo la economía de Cotacachi. Cambió decisiones de vida. Lindsay Numerahl calcula que entre 15 y 20 extranjeros, en su mayoría adultos mayores, se fueron a Cuenca o regresaron a su país. “Para ellos era riesgoso quedarse sin acceso a hospitales o servicios básicos”, explica. Durante semanas no pudieron movilizarse, conseguir gas o alimentos.
El Municipio estima que en Cotacachi viven 1 500 extranjeros, principalmente de Estados Unidos y Canadá, aunque no existe un censo actualizado.
El paro expuso una vulnerabilidad poco discutida: la población envejecida depende de carreteras abiertas para atención médica y abastecimiento.
Para los negocios, el impacto se sintió en dos tiempos. Durante la paralización, varios locales cerraron y otros operaron a puertas cerradas. Pero el golpe económico aún sigue. Raúl Meneses, dueño de la cafetería Red Rabbit, lo resume así: “Hay más afluencia de turistas, pero el consumo no es el mismo”. Antes, un visitante gastaba en promedio 80 dólares al día; ahora, alrededor de 40. Muchos llegan desde Quito, desayunan o almuerzan y se regresan sin quedarse la noche, por temas de seguridad y confianza.
En el sector del cuero, uno de los motores del cantón, la solidaridad evitó un colapso mayor. Carlos Sánchez, presidente de la Cámara de Comercio de Cotacachi, cuenta que varios propietarios no cobraron arriendos en el paro. En su caso, no le cobraron el 70% de la renta de su local de artículos de cuero. Y, pese a la ayuda, uno o dos locales no volvieron a abrir, añade.
Desde el Municipio, la respuesta inmediata tras el paro fue activar ferias nacionales e internacionales para atraer visitantes: la Guagua de Pan más grande del mundo, la Feria Internacional del Café, la Feria Nacional del Queso, competencias deportivas y eventos culturales. La apuesta fue clara: volver a poner a Cotacachi en movimiento.
Entre bambalinas: el riesgo de que se rompa el tejido socialMás allá de las pérdidas económicas, el mayor temor durante el paro fue otro. “Nuestra principal preocupación era que se rompa el tejido social de Cotacachi”, dice Felipe Nájera, representante de la Secretaría de Cultura de la Cámara de Comercio. El cantón tiene una tradición histórica de organización y una relación de interdependencia entre la zona urbana, las comunidades andinas, Intag y Las Golondrinas.
La tensión fue real. Hubo excesos, enojos y episodios de racismo por parte de una minoría. “Esa herida no estaba tan visible en Cotacachi”, reconoce Nájera. La respuesta vino desde adentro: productores y organizaciones de base como la Unorcac dialogaron para contener la división y buscar salidas.
Carlos Sánchez insiste en que la relación con 44 comunidades indígenas no se rompió. Por ejemplo, añade, el mercado indígena Jandimascari, que funciona los domingos, sigue recibiendo a compradores mestizos. La dinámica intercultural continúa, aunque con cicatrices.
“Cuando hay paralizaciones la gente sale porque sus necesidades básicas están siendo afectadas, no salen de locos”, reconoce Nájera. Y la organización social de Cotacachi permitió que, pese al golpe, no se fracturara del todo la convivencia. Cotacachi no salió intacta del paro. Pero tampoco salió dividida.
Lo que viene- El Municipio apuesta por ferias nacionales e internacionales como eje de reactivación.
- Está en marcha la marca turística cantonal y campañas de promoción dentro y fuera del país, incluso en aeropuertos y pantallas internacionales.
- Se impulsa la declaratoria de Cotacachi como Capital artesanal del cuero
- La Cámara de Comercio trabaja en una escuela de negocios en alianza con la academia para que los artesanos mejoren su servicio y productos.
- Comerciantes y productores fortalecen ventas directas y por redes sociales, como estrategia frente a futuras paralizaciones.
- El desafío sigue siendo recuperar la confianza del turista, especialmente del extranjero, y que vuelva a quedarse.
Cotacachi ya volvió a abrir. Ahora intenta algo más difícil: sostenerse sin olvidar lo frágil que puede ser su economía cuando el país se detiene.
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