En 2022, los investigadores Cristian Sáenz de Viteri y Pablo Torres publicaron el artículo “La huella ecológica de los perros y gatos de compañía” para medir las emisiones de gases de efecto invernadero y la huella ecológica animal provocadas por la producción de comida comercial de perros y gatos domésticos.
De acuerdo con el estudio, los alimentos comerciales secos de proteína animal (res, pescado, pollo) requieren cadenas de empaque y transporte que liberan dióxido de carbono, óxido nitroso y metano.
A ello se suma la captura de peces pequeños para elaborar esos productos, lo que rompe la cadena alimenticia marina, sin olvidar la cantidad de heces de animales que se producen diariamente, que tienen como consecuencia gases de efecto invernadero y, por lo tanto, la alteración de la temperatura del planeta.
Con datos de la Municipalidad de Guayaquil del año 2021, los investigadores calcularon que solo en la zona más poblada de mascotas, de las tres analizadas, la huella ecológica de un perro mediano (10 y 20 kg) oscila en el uso de entre 0,82 y 4,19 hectáreas anuales para tierras de pastoreo y cultivo; mientras que un gato de contextura media (2 a 6 kg) consume entre 0,36 y 0,63 hectáreas por año.
Al considerar las tres zonas analizadas, el estudio da cuenta de que las mascotas consumen más energía de la que necesitan, lo que eleva su huella ecológica y los gases de efecto invernadero. De ahí la necesidad de controlar los procesos de producción de alimentos y generar consciencia entre sus dueños.
Si el estudio referido habla solo de tres zonas de Guayaquil, la extrapolación de datos a nivel nacional resulta alarmante, si se considera que según el censo de 2022 existen 7,6 millones de mascotas, concentradas en las grandes ciudades y con tendencia al aumento desde la pandemia.
A los temas ya señalados se suman otros que no son de menor importancia: el uso de fundas de polietileno, que tardan siglos en descomponerse, para la recolección de heces; los productos químicos (antipulgas y garrapatas) que se filtran en el agua; la caza de aves y reptiles que afecta la vida silvestre y altera los ecosistemas, sin olvidar la cantidad de mascotas abandonadas que se convierten en especies invasoras de la fauna local y propagan enfermedades.
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